El 20 de este mes decíamos que el íntimo amigo de Camps, Fernando de la Rosa y sustituto de Carlos Divar, tampoco era de fiar. ¡Pues siete días más tarde ya lo tenemos claro!
El orondo y actual presidente de CGPJ viajó durante el 2011 y en dos ocasiones a la Patagonia con cargo al Consejo: 7.000 euros sólo en billetes. En uno de ellos se llevó a su esposa, -eso le distingue de Divar- y se dice que él pagó los gastos correspondientes a la señora De la Rosa. Del otro poco o nada se sabe.
Esto es solo el principio ya que hoy se ha sabido que el CGPJ pagó, el año pasado, por los viajes que hacían sus "señorías vocales" -casi siempre en primera clase y a miles de kilómetros de distancia para asistir a conferencias, "reuniones preparatorias de otras reuniones" o a acontecimientos judiciales- la módica cantidad de 360.000 euros.
El propio Dívar se gastó 40.000 euros en 2011 en un viaje de 15 días a tres países de Latinoamérica acompañado por cinco asesores -más, supongo, "su fiel guardaespaldas" al que no dejaba ni a sol ni a sombra-. Todos ellos fueron en preferente a razón de 5.500 euros cada billete de avión.
Pregunta: ¿Queda algún palmo en algún sitio de España que no esté lleno de mierda?...
Creo que no queda ningún sitio enmierdado en España,al igual que tampoco queda sitio para que quepa un golfo más,(habrá que pedir que nos dejen Gibraltar).
ResponderEliminarEs curioso, pero a tódos los golfos les dá por lo mismo,las mujeres, las comilonas,los cigarros de la risa (o algo más fuerte)y el dinero,asi de simple...
y se pueden ser tódas las "aficiones" juntas,mejor que mejor.
Si se puede demostrar estos gastos,¡¡¡a la puñetera calle!!! y por la puerta de atrás,al igual que su antecesor.
Por golfo,seboso,y aunque esté feo decirlo..."por pinta"...porque el angelito...dá que pensar.
Es altamente asqueroso que este amiguito del alma de Camps, sabiendo todos lo que hizo en Valencia, esté en esa alta (¿?) institución. ¡Que asco de PPcerdos!!!!
ResponderEliminarViendo esta foto, no es de extrañar que el mundo mundial se cachondee de España y de nuestro presdidente de las Islas Solomon. Hubo mucho cateto que se creyó esa gran chorrada (comprobada en negativo por los que sí viajamos) de que el PP tenía PRESTIGIO internacional y la "confianza" de los mercados.
ResponderEliminarEl PP, internacionalmente, solo tiene, PRESTIGE. Y desde ahí, toda su deriva de mal en peor.
No hay nada que me enfade más en mis viajes por Europa, cada vez menos porque no está el horno para bollos, que comprobar que la imagen bajuna de España está en la creencia del exterior de que todos los españoles somos como ELLOS: los peperos.
¡No me lo puedo creer! Eso sí que es transparencia. ¡Cada día hay menos vergüenza en este país!
ResponderEliminarSi fuera una persona mal pensada, pensaría que todo ha sido un complot contra Dívar para que la trama corrupta de Gürtel y otros tantos puedan campar a sus anchas y delinquir todo lo que quieran. ¡Ahora sí que no se va a investigar la corrupción pepera ni a leches!
Os diré, siempre he desconfiado de los obesos mórbidos. Por eso este "Señor" Fernando de Rosa me cae realmente mal. O sea no confio en este regordete que tiene aspecto de gustar mucho de los mariscos y encima es amiguete del Camps! Por eso repito lo que dije el otro día: ¡La Justicia en España está en peligro! En un estado tan peligoso como el de la continuidad del Euro.
ResponderEliminarCuesta creer que este amiguito de Camps y enemigo de Garzón sea trigo limpio.
ResponderEliminarEstudiar leyes no es nada del otro mundo, de hecho, este país está lleno de hombres y mujeres que han aprobado la carrera de derecho; de lo que carecemos es de funcionarios públicos llenos de respeto al prójimo y a su dinero, que estén dispuestos a trabajar en los puestos de responsabilidad y poder a cambio de un sueldo razonable y del placer de ver bien a los ciudadanos y mejor al pais. Que sientan el orgullo de la labor bien y limpiamente cumplida. Esto es lo que necesitamos, pero aquí no existen, fuera supongo que si.
Pues nada... en España ponemos a Obelix al cuidado de la marmita y no hace falta mucha imaginación para saber cómo terminará el cuento.
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