sábado, 27 de diciembre de 2008

INCENDIO, CALZONCILLOS Y LORO.

Ayer se incendió un piso en Sant Gervasi, nada más ver las imágenes en el telediario me percaté que esa casa la tenía más que vista y que correspondía al patio de manzana donde viví durante 25 años. ¡¡Cómo no iba a reconocerla si era la casa que veía cada vez que salía a mi terraza!!... Casa desde dónde uno de sus vecinos se cabreó conmigo porque mi loro, y sus palabrejas, no le dejaban dormir la siesta. Me hice la tonta, seguí leyendo mi libro y ni le contesté. No tenía motivos, eran las 5 de la tarde y mi loro tenía todo el derecho a "charlar" todo lo que le daba la gana.

El tío en canzolcillos, que menuda pinta pegaba, seguió desproticando, yo haciendome la loca hasta que al loro solo se le ocurrió soltar "¡Cállate imbécil!".

¡Joder con el loro! Ni que hubiese leído mis pensamientos... Rompi a reír y me metí para adentro, mientras él penoso "exibicionista" amenaza que iba a a llamar a la policía porque le había insultado... y es que aquel bicharraco parlanchín, que decía llamarse cuchi-piluchi, tenía unas salidas de bombero, que hasta sabiendo que no sabía lo que decía... me hacía dudar de ello.

Las veces que el "cuchi-piluchi" me hizo ir hasta el teléfono y cuando justo me acercaba... colgaban; cuando me dí cuenta de que artífice del sonido telefónico era él, lógicamente me aseguraba antes de dar el paseo en valde y, entonces él muy "listo" daba comienzo a la conversación: "hola, qué haces, hasta luego Lucas, etc, etc, etc"... finalmente soltaba un rotundo "bueno, hasta luego, adios" y hasta repetía el clic del teléfono al colgarlo, desde luego... ¡Aquel loro era la leche!

¡Coñe, si hasta cuando llegué a esta casa mis vecinos creyeron que vivía con alguien!... y cuando vieron al loro cotorrear como un loco se quedaron de un aire.

Por aquellos días yo decía que tener al gato y al loro era como tener un marido: el gato me puteaba y el loro me guarreaba todo el salón, pero a estos no podía enviarles de vuelta con su madre ya que una estaba en la Patagonia y la otra a saber por dónde coño meneaba el rabo.

El lorito se murió y menudo berrinchazo me pegué, el gato sigue conmigo y con otro también salvado, gracias a Tuli, de la calle, mi marido... (jajajaja) se supone que con su mamá ó con otra que haga las veces.

¡Ondia, pá tó lo que ha dado de si el incendio de ayer!.

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